Pocos avances científicos son fruto del amor. Los guantes quirúrgicos son un insólito ejemplo.
Antes de que se desarrollaran las técnicas antisépticas y de que se comprendiera la importancia de la higiene al tratar a los pacientes, los cirujanos llevaban las manos desnudas y a veces sólo unos delantales protectores que se parecían a los que usan los carniceros. Cuanto mayor era el grosor de la capa de sangre y secreciones, mayor prestigio le otorgaba al médico. Sobra decir que la mortalidad quirúrgica rozaba el 100%.
La cirugía moderna surge con dos avances: la asepsia/antisepsia y la anestesia. Todos los intentos históricos anteriores fueron heroicos pero baldíos.
En 1890, el cirujano estadounidense (de origen austríaco, compañero de Sigmund Freud) William Halsted fue el primero en utilizar guantes esterilizados a instancias de su ayudante, Caroline Hampton.
Ésta, enamorada de Halsted, parecía destinada a perderlo de vista ya que los repetidos lavados de manos con ácido carbólico y otras sustancias fuertes le causaban una grave irritación dérmica. Casi con desesperación, buscó cómo poder seguir siendo su ayudante quirúrgica, y para ello confeccionó unos rudimentarios pero efectivos guantes de goma.
Su piel se curó y poco tiempo después ella y Halsted se casaron, teniendo numerosos hijos.
Halsted contactó con la Goodrich Rubber Company, les pidió muestras de guantes de goma que se pudieran esterilizar, y se los dio a Hampton para que los probase.
En 1844, Goodyear había desarrollado la vulcanización (modificación química), método que permitió crear gomas más ligeras y extensibles. Así, estos materiales resultaron más flexibles y fácilmente adaptables.
Fue Goodyear, por tanto, la pionera en el desarrollo de los guantes quirúrgicos.
Podemos decir que los guantes quirúrgicos son el fruto del amor de una enfermera por su cirujano, relación frecuente en los hospitales de todo el mundo aun a día de hoy.
Antes de Halsted, los médicos ya probaron diversos materiales para guantes, desde los fabricados con intestinos de oveja (1758) hasta los gruesos de goma (en la década de 1840), pero no se adecuaban a las delicadas necesidades de la cirugía.
Actualmente, los guantes se utilizan en la práctica clínica habitual para evitar la propagación de infecciones entre pacientes y personal médico.
Durante un tiempo, para que fueran fáciles de poner y quitar, se les añadía polvo de licopodio y talco. Después se demostró que ambos ingredientes eran perjudiciales si contaminaban las heridas quirúrgicas, y hacia 1970 comenzó a emplearse la fécula de maíz, así como otros productos.
El látex otorga control y sensibilidad táctil muy finos, pero en los infrecuentes casos de alergia, pueden ser usados guantes fabricados con otros materiales, tales como vinilo, nitrilo o neopreno, pero carecen de esta transmisión sensitiva tan precisa.
En la medicina en general, y en la cirugía en particular, éste ha sido un hito importante, y sobre todo, necesario, para trabajar con higiene y seguridad óptimas, requisitos fundamentales en esta profesión.
Articulo extraído de http://blog.furelos.com/